Si quieres liberarte, empieza por observarte.
Obsérvate a ti mismo.
Porque en el acto de observarte, te conviertes en el observador, en tu Yo esencial, en lo constante en medio del cambio.
Obsérvate atentamente.
Porque al hacerlo, tu Yo observante ve a tu ego.
Observa tus apegos, tus miedos, tus patrones repetidos, las estructuras mentales en las que estás atascado.
Al hacerlo, date cuenta de que eso no eres tú en esencia, es sólo tu parte más superficial.
Tú eres mucho más que tu mente, y al observar tus pensamientos estás siendo algo que está más allá de ellos. Eres el observador. Eres consciente.
El mero hecho de observar ya te confiere la salida, la perspectiva más elevada.
Desde ahí los cambios se van produciendo solos.
Si quieres liberarte, empieza por observarte, atentamente, en todo momento.
Y sé amable contigo, sé compasivo, ríete de tus propios bucles de pensamiento. Porque una visión despreocupada ayuda a que esos bucles se suelten suavemente.
No tengas prisa, sólo observa. E irás viendo cómo capa por capa se disuelven tus problemas.